Francisco en Chile - Reseña 2do día - P. Young

Jueves 18 de enero de 2018 | Patricio Young Moreau

SEAMOS ARTESANOS DE UNIDAD,

PREGUNTÁNDONOS ¿QUE HARÍA CRISTO EN MI LUGAR?

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En Temuco, después de saludar en Mapudungun y reconocer la riqueza geográfica y humana de la zona, el Papa Francisco entra a profundizar en la realidad de la región. Y parte por hacer un reconocimiento al lugar donde se celebra la eucaristía, señalando: “…celebramos la Eucaristía. Y lo hacemos en este aeródromo de Maquehue, en el cual tuvieron lugar graves violaciones de derechos humanos. Esta celebración la ofrecemos por todos los que sufrieron y murieron, y por los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias. La entrega de Jesús en la cruz carga con todo el pecado y el dolor de nuestros pueblos, un dolor para ser redimido.”

Retoma el evangelio. “En el Evangelio que hemos escuchado, Jesús ruega al Padre para que «todos sean uno» (Jn 17,21)”. Y continúa: “En una hora crucial de su vida se detiene a pedir por la unidad. Su corazón sabe que una de las peores amenazas que golpea y golpeará a los suyos y a la humanidad toda será la división y el enfrentamiento, el avasallamiento de unos sobre otros. ¡Cuántas lágrimas derramadas!”

Y frente al cuidado de la unidad nos plantean que se pueden dar dos tentaciones.

La primera, los Falsos Sinónimos al confundir unidad con uniformidad. “Jesús no le pide a su Padre que todos sean iguales, idénticos; ya que la unidad no nace ni nacerá de neutralizar o silenciar las diferencias. La unidad no es un simulacro ni de integración forzada, ni de marginación armonizadora. La riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás.”

Y continúa profundizando en el sentido de la unidad. “La unidad es una diversidad reconciliada porque no tolera que en su nombre se legitimen las injusticias personales o comunitarias. Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar, y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o inferiores.”

La segunda tentación, se refiere a las Armas de la Unidad y señala que no puede alcanzarse por cualquier medio. Debe hacerse “desde el reconocimiento y la solidaridad”.

Al respecto señala que hay dos formas de violencia. La primera que surge de la generación de documentos que al final no se cumplen. “Debemos estar atentos a la elaboración de «bellos» acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados, sí —y necesarios—, pero que al no volverse concretos terminan «borrando con el codo, lo escrito con la mano”. Una clara alusión, muy clara, a las promesas que el estado ha hecho a los pueblos originarios y no las ha cumplido. En el fondo esta sería una violencia de estado.

Y la segunda forma, la violencia y destrucción que afectan la vida misma. “No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división. La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa.”

Concluyó su homilía señalándonos una gran tarea. “Todos nosotros que, en cierta medida, somos pueblo de la tierra (Gn 2,7) estamos llamados al Buen vivir (Küme Mongen) como nos los recuerda la sabiduría ancestral del pueblo Mapuche. ¡Cuánto camino a recorrer, cuánto camino para aprender! Küme Mongen, un anhelo hondo que brota no sólo de nuestros corazones, sino que resuena como un grito, como un canto en toda la creación. Por eso, hermanos, por los hijos de esta tierra, por los hijos de sus hijos, digamos con Jesús al Padre: que también nosotros seamos uno; Señor, haznos artesanos de unidad.”

El Encuentro con la Juventud fue sin duda alguna el evento más impactante. Se vio un Francisco relajado, alegre, feliz, dispuesto a salirse de libreto y a compartir. Lo primero que les señaló es que si no amaban a la madre patria no podían amar a Cristo. "Si ustedes no aman a la patria no llegan a amar a Jesús. Si no son patriotas, no patrioteros, no serán nada en la vida. Den lo mejor de ustedes por su Chile".

Notablemente se pone en la óptica y el lenguaje de sus auditores y desarrolla una verdadera parábola. Cuenta la historia de un joven que se enojaba cuando el celular se desconectaba porque la batería se le terminaba o porque perdía su conexión a la red. Se detuvo en una maravillosa comparación con la vida y entregó la clave o contraseña para conectarse con Jesús: “Que haría Cristo en mi lugar”; célebre pensamiento del Padre Hurtado. Les señala que la causa de la pérdida de conexión con Jesús nos aísla. "Sin conexión, sin la conexión con Jesús, terminamos ahogando nuestras ideas (…).

Agrega, citando una frase del tema “Aquí “del grupo nacional La Ley. Continúa el Papa, "Al quedarnos sin esa conexión el corazón comienza a perder fuerza y, como dice esa canción, ‘el ruido ambiente y soledad de la ciudad nos aíslan de todo. El mundo que gira al revés pretende sumergirme en él ahogando mis ideas’"

Definitivamente, fue el evento donde se salió del texto como en ningún otro lugar, donde se conectó maravillosamente con los jóvenes y dialogó con ellos, donde les exigió asumir desafíos y jugársela, sin hacer reparo en lo que los adultos les dicen argumentando que ya se les pasará, señalando, con mucha vehemencia, que no hagan caso porque esa es otra forma de corrupción.

Sorprendentemente fue mucho más allá del joven que habló inicialmente, el que solo se limitó a señalar que había que transformar el país, pero no dijo nada de la transformación de la Iglesia, a lo que el Papa sí se refirió, pidiéndoles que sean francos que cuestionen también a la Iglesia, que la critiquen, porque ella lo necesita: "la iglesia necesita que ustedes saquen el carnet de mayores de edad espiritual y nos digan que está mal".

Recordó que los jóvenes chilenos como buenos samaritanos van en ayuda “cada vez que sucede una catástrofe natural; tienen una capacidad enorme para movilizarse".  Una y otra vez volvió a preguntar y recordar la clave de la red que nos comunica con Cristo y pidió que la anotaran en el celular para que no se les olvide, y pidió repetirla varias veces. ¿Qué haría Cristo en mi lugar?

En la Pontificia Universidad Católica se refirió a la forma como la Universidad debía responder al país pidiendo una mirada muy integradora; "enseñar a pensar y a razonar de manera integradora".

Pide que toda su formación esté centrada en un concepto de comunidad por sobre una mirada individualista. Por lo mismo debe estar en permanente diálogo con la realidad y la sociedad. “Tenemos importantes desafíos para nuestra patria, que dicen relación con la convivencia nacional y con la capacidad de avanzar en comunidad tras la búsqueda de aquello que consideramos en esencia justo, bueno, bello y verdadero". Señala que, en toda su labor, también debe respetar a los pueblos originarios en sus riquezas culturales en los territorios que habitan.

Profundiza en la tarea educativa de la Universidad en relación al país. “La convivencia nacional es posible en la medida en que generemos procesos educativos también transformadores, inclusivos y de convivencia. Educar para la convivencia no es solamente adjuntar valores a la labor educativa, sino generar una dinámica de convivencia al interior del propio sistema educativo".

Un día cuyos mensajes darán para largos y profundos análisis, que sin duda afectarán la vida de la sociedad, del país y de nuestra Iglesia. Será un tiempo próximo donde tendremos que ser artesanos de unidad preguntándonos siempre ¿Qué Haría Cristo en mi lugar?

Patricio Young Moreau

Miércoles 18 de enero de 2018

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